Por: Julio Ríos

La institución en la cual se habían fincado las esperanzas de que por fin es los funcionarios tuvieran una sanción ejemplar, de corte penal, la Fiscalía Anticorrupción de Jalisco no ha terminado de cuajar.

Antes de entrar en materia, se debe aclarar que la Fiscalía Anticorrupción no es lo mismo que el Sistema Estatal Anticorrupción. La Fiscalía forma parte del Sistema, pero hay otras piezas que trabajan en diversas trincheras y a las cuales no se les puede reprochar, como por ejemplo, el Comité de Participación Social o la Secretaría Ejecutiva, que emprenden otras labores que no son tema de este artículo.

Utilizando una metáfora deportiva: Imagínese usted un delantero que no mete goles. O al contrario, un portero al que le meten todas. O un bateador que nomás no pega de hit, y cuando pega, nomás saca rolitas al short stop. ¿Un home run? Ni pensarlo.

Púes si se midiera por efectividad, la Fiscalía Anticorrupción saldría más que reprobada. De acuerdo con el Observatorio Universitario de Seguridad y Justicia, tiene mil 465 carpetas de investigación, y en contraste CERO sentencias.

En los casos que se han judicializado, ningún pez gordo, ha podido ser siquiera puesto en capilla. Puros funcionarios menores.

Si bien, hay algunos ex altos funcionarios sujetos a proceso, como dos ex secretarios de Salud y el ex director del Instituto de Pensiones, sus casos lucen endebles. Uno de ellos, el escurridizo ex director del Seguro Popular, ha hecho gala de contar con una excelente defensa jurídica, por lo que, dicen los que saben de derecho, difícilmente podrá ser condenado.

Y para continuar con los tropiezos, los tres ex secretarios de Desarrollo Social que estaban sujetos a proceso, se sacudieron la imputación con sendos recursos ante el Supremo Tribunal de Justicia.

Uno de ellos, Miguel Castro, fue encarcelado por unos días, y aunque en eso nada tuvo que ver la Fiscalía Anticorrupción, la percepción que se generó en la opinión pública fue de injusticia.

Es cierto que el combate a la corrupción no solo se trata de meter gente a la cárcel. Tiene muchísimas aristas que atender. Desde la prevención, implementando en las instituciones las mejores prácticas internacionales, con políticas públicas que inhiban la corrupción, como por ejemplo, la digitalización de procesos internos y de los servicios a la población. Pero eso le toca a otras instancias del sistema.

En los casos que se han judicializado, ningún pez gordo, ha podido ser siquiera puesto en capilla. Puros funcionarios menores.

No obstante, también es cierto que para la mayor parte de la ciudadanía, la percepción es más que importante. Y la actual narrativa – totalmente real – que ha dominado en el imaginario colectivo es la siguiente: si un político comete cualquier corruptela no le va a pasar nada.

A esa percepción de impunidad se le tiene que dar la vuelta. Por ello la importancia de que empiecen a caer peces gordos.

Y sinceramente Luce difícil. La Fiscalía Anticorrupción sigue siendo hasta ahora un adorno muy caro. No tiene la suficiente fuerza ni presupuestal, ni institucional. La ley sigue siendo ambigua para dejar que los corruptos se escabullan. Y la clase política parece estar dispuesta a perpetuar la simulación.