Julio Ríos
Twitter: @julio_rios
Es una medida necesaria la de cerrar los ductos para combatir el huachicoleo, el cual representa pérdidas de casi 30 mil millones de pesos para los mexicanos cada año, según cifras de Pemex. Pero debe de ir acompañada de otra medida más importante aún: el castigo a los funcionarios involucrados.
El desabasto de gasolina, le duele admitirlo a muchos, surge a partir de una medida inevitable, que tarde o temprano alguien debía de tomar: intervenir seis refinerías, 39 Terminales de Almacenamiento y Reparto (TAR) 12 estaciones de bombeo y el centro de control México.
Lo malo es que no se informó a los Estados sobre lo que venía y por lo tanto, a los funcionarios locales, y lo que es peor, a los ciudadanos, los agarró desprevenidos. Esta estrategia debió ir de la mano de gobernadores, transportistas y diferentes actores.
Y hay una suspicacia en esto: ¿Será por algún tipo de desconfianza a que la información se fuera a filtrar por la cual no se avisó? ¿O la situación simplemente los rebasó?
Lo cierto es que hay una ecuación es sencilla:los estados que están sufriendo desabasto, son curiosamente los que concentraban el 48 % de las tomas clandestinas, de acuerdo con los informes oficiales de Pemex. El desabasto en estos estados es proporcional al tamaño del fenómeno que azota a estas regiones en cuanto al robo de hidrocarburos.
Y es que el argumento de que hay una venganza política detrás de todo esto, no se sostiene. Quienes dicen que solo los estados que no son gobernador por Morena están sufriendo por el desabasto, se equivocan. Y pongo dos botones de muestra.
El primero: Morena solamente gobierna cinco entidades. El resto, 27, son gobernadas por otro partido y solo en nueve hay desabasto.
El segundo: También en la Ciudad de México ya comenzó a sufrirse por el desbasto. Obviamente, la capital del país es gobernada por Morena.
Entonces, el problema no es político. El problema es logístico.
Un operativo que en esencia es positivo y debemos de respaldar como sociedad –porque combate un ilícito que atenta contra el patrimonio de los mexicanos- estuvo rodeado de una logística de distribución que resultó ineficiente y rebasó al Gobierno afectando a millones de ciudadanos sin deberla ni temerla.
La estrategia de combate al robo de hidrocarburos, desde mi óptica, no es una simulación como la que emprendieron otros gobiernos. Ahora sí van en serio.
Cerrar los ductos –porque están dañados, no por gusto- es un gran primer paso. (Quien reveló que, por ejemplo, el ducto de Salamanca está muy dañado, fue el mismo Gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro en sus redes sociales el 8 de enero por la noche)
Es un primer paso porque se deben atacar otros flancos. De acuerdo con quienes han investigado el tema, como la periodista Ana Lilia Pérez, el mercado negro de hidrocarburos era en Pemex, prácticamente una industria paralela, y dentro de ese engranaje, el huachicoleo era apenas el 20 por ciento de lo que se robaba.
Las otras dos modalidades concentran el 80 por ciento. Una es de manera directa en las refinerías y en las TAR, ya sea presentando facturas falsas a los operadores de las bombas o reportando el robo como mermas. E incluso, otra modalidad es a través de embarcaciones en puntos costeros según documentó Ana Lilia Pérez, autora de varios libros sobre Pemex.
Para estos mecanismos – y en varios casos también para las tomas clandestinas- quienes estaban coludidos eran los altos funcionarios y empleados de la paraestatal, que son los que se espera que sean castigados.
Por que eso si es una realidad. El combate al robo de hidrocarburos, es lo menos que esperábamos los ciudadanos. Y que se vaya contra todas las modalidades, y más aún contra el robo de cuello blanco, no sólo el de las bandas.
Pero nada de eso servirá si no hay detenidos.
Por eso, así como se cerraron los ductos, también se deben cerrar los grifos de la impunidad: el alimento favorito del monstruo de la corrupción.
Por ahora, ya hay funcionarios removidos por robo de combustible en Pemex. Buen inicio para demostrarnos que ahora sí van en serio.
Confío en que así será.