Julio Ríos
Twitter: @julio_rios

Un pueblo que quiere saber y una clase política que quiere esconder. Esta es una de las constantes en la historia de todos los países. La resistencia de una clase política que se niega ser escudriñada y criticada en su desempeño público.  Y la sociedad que, buscando conocer, encuentra en los medios de comunicación realmente  independientes, un espacio en el cual puede ver reflejado algo de ese anhelo.

La historia de la política, ha estado vinculada al cultivo de lo que algunos teóricos han llamado los arcana imperi. Una visión secretista y autoritaria que abanderaban pensadores como Platón en su célebre obra La República, o Maquiavelo en El Principe.

Si bien, con lo que paso el fin de semana con la Revista Proceso, no vemos a una clase política que quiere esconder, sí vemos como miles de seguidores del presidente electo Andrés Manuel López Obrador se desagarraron las vestiduras por lo que se publicó en una portada de este  medio, en pleno ejercicio de la libertad de expresión y el derecho a la información contemplados no sólo en el artículo 6to constitucional, sino en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, entre otros tratados internacionales.

Algunos seguidores de AMLO, pasaron en pocos días, de ser defensores de Proceso, a sus más recalcitrantes críticos, por una portada que tampoco era algo fuera de la normal. Esto mientras irónicamente defendían a la Revista Hola. El mundo al revés.

Contra Peña Nieto, de ese tipo de portadas, más duras aún, salían por racimo cada semana. Y aunque tampoco podemos decir que el priista fue estoico –pregúntele a Carmen Aristegui por las represalias- , al final terminó aguantando vara y tragándose la inmensa mayoría de las críticas. Muchas de ellas fundadas hay que decirlo.

¿Qué contenido sustenta la portada? Como ya pudimos todos leerlo, se trata de una entrevista con el constitucionalista Diego Valadez , que por cierto, no tiene desperdicio por lo profundo de sus reflexiones y sobre todo, por la agudeza de las preguntas de Álvaro Delgado, fenomenal periodista, de esos de una pieza.

Y otra entrevista con el presidente de la COPARMEX, Gustavo de Hoyos. Esa sí, totalmente prescindible y que no aporta gran cosa al debate público.

En estas entrevistas, los personajes aportan su visión sobre acciones de corte público, por parte del presidente electo y sus colaboradores. Ejercio el cual, es absolutamente susceptible de escrutinio social.  Nada fuera de lo común. Nadie husmeando en su vida privada.

Muchos critican que el título de portada “AMLO se aísla: el fantasma del fracaso”, no se apega al contenido de la entrevista. Eso es cierto. Quizá, como dijo Julio Astillero en uno de sus videocomentarios. Se pudo matizar aclarando que quien lo dijo fue Diego Valadez, para que no pareciera una posición de la revista.

También es cierto -sin justificar- que Proceso juega en esa delgada línea entre lo que para algunos puede ser tremendista o hasta sensacionalista y lo que para otros puede ser una cabeza atractiva que jale lectores, para una de las pocas revistas que vive de sus ventas, y no de la publicidad gubernamental, por obvios motivos. Este fue uno de los casos.

Proceso fue implacable con Fox, con Calderón y con Peña Nieto.  ¿Por qué no habría de serlo ahora con López Obrador? ha sido el sello de la revista que fundó don Julio Scherer García.

Es preferible  esa rudeza –para algunos excesiva- que caracteriza a Proceso, como uno de los medios de comunicación más importantes de este país. Por algo se ha mantenido 42 años en circulación y hoy, una vez más vuelve a estar en la palestra. Eso me da gusto.

Esta portada de Proceso demuestra una vez más, que su línea editorial siempre ha sido independiente. Sin concesiones, como su eslogan.

Porque la autonomía, junto al rigor y el respeto a los derechos humanos y la perspectiva de género, son, desde mi punto de vista, los tres grandes valores del ejercicio periodístico.

Sin alguno de esos valores, hablamos de cualquier otra cosa. Menos de periodismo.

Qué mejor que este periodismo sin concesiones continúe, en pleno arranque de motores de la llamada Cuarta Transformación.