Julio Ríos
Twitter : @julio_rios
No le tengamos miedo a las consultas. En un país donde la democracia participativa es incipiente, todo ejercicio de este tipo debe ser bienvenido.
Esto lo comento a colación de la consulta anunciada por el equipo de transición del próximo Gobierno de la República para preguntar – a poca o a mucha gente- sobre la viabilidad de construir el nuevo aeropuerto en Texcoco, o ampliar el actual en la Ciudad de México, con dos nuevas pistas en Santa Lucía
Me parece de la mayor soberbia cuando escucho decir frases del siguiente talante: «Esa decisión déjensela a los técnicos».
Eso, señoras y señores, es un guiño a la plutocracia. Ya basta de que las élites decidan.
Por supuesto que los ciudadanos podemos informarnos y meditar una decisión. No nos traten como menores de edad. Contamos con una sociedad más informada e interesada en incidir en la agenda pública y representantes de la sociedad civil organizada que articulan estos esfuerzos.
Y además, esa cantaleta de que «la decisión debe ser técnica», siempre suele ser un eufemismo para justificar proyectos depredadores, neoextractivistas y neocolonialistas.
Si de verdad apelaran a decisiones técnicas jamás se habría orquestado este ecocidio al Lago de Texcoco. Ya conocemos el modus operandi en esos proyectos depredadores: comenzar a construir donde no se debe y cuando comienzan las voces en contra, la defensa es: «Cómo vamos a perder esas inversiones que ya se han aplicado». Rasgarse las vestiduras e invocar a la competitividad, que siempre ha sido el pretexto para legitimar tantas infamias.
He escuchado argumentos en contra de la consulta, que se basan en una visión muy limitada de la democracia, porque dicen que para eso se vota por los gobernantes. Dizque para que ellos decidan por nosotros. Se equivocan.
Cuando votamos por alguien no le damos un cheque en blanco. En las decisiones polémicas e importantes, lo sano es la democracia participativa.
Y también graznan que por qué otros proyectos como el Tren Maya no se consultan
Se equivocan también. Este proyecto -que no es tan controvertido como el del nuevo aeropuerto- también será sometido a consulta con los pueblos originarios de la zona por donde pasará, tal y como lo marca la norma. Así lo confirmó el próximo titular de Fonatur, Rogelio Jiménez Pons.
Coincido con quiénes dicen que este tipo de consultas debe organizarlas el Instituto Nacional Electoral (que dizque es autónomo) una vez que entre en funciones el nuevo gobierno y así cuidar su constitucionalidad.
No obstante tampoco hay nada en la norma que impida que alguien organice la consulta que quiera. Y más aún porque no es costeada del erario (espero no pecar de ingenuo). En todo caso lo único que ocurriría es que la consulta no será vinculante legalmente.
Pero eso no quita lo valioso del ejercicio. Y no deja de ser un termómetro de lo que la gente opina y es un insumo más para tomar una decisión. Y quiero insistir: cualquier ejercicio de democracia participativa siempre será bienvenido.
El problema insisto, no es la consulta.
El problema, en todo caso, sería que esta o cualquier otra consulta, se utilicen para legitimar una decisión que de todos modos ya está tomada.
O peor aún.
Qué ni siquiera en el Gobierno electo tengan la más mínima idea de hacia dónde van, ni cómo salir del berenjenal en el que se metió el presidente electo.
Eso si es un problema.