Julio Ríos
Twitter @julio_rios

La marcha anti AMLO, o marcha FIFI como otros le han llamado, no cumplió con las expectativas que anhelaban los opositores al presidente de la República. Seamos sinceros. Un contingente de diez mil personas (según los cálculos más optimistas) o de cuatro mil (según las crónicas periodísticas más parcas) no desestabilizan a ningún gobierno, nisiquiera estatal, mucho menos nacional.

Excepto lo ocurrido en la Ciudad de México, o en Querétaro, en el resto de las urbes donde se replicaron estás marchas, se tuvieron manifestaciones meramente testimoniales.

Yo considero intentar dinamitar al presidente no es la vía. Se le puede reprochar que aún no hay resultados, sobre todo en seguridad que es el renglón más descompuesto. Eso sí debemos exigirle. Pero pedir la renuncia me parece un despropósito.

La marcha además se manchó.

Mal le hizo el vídeo subido a Twitter por Hernán Gómez, en el que un empresario da rienda suelta a sus prejuicios, vociferando que «quienes los votaron por AMLO tienen el cerebro más chiquito».

El empresario externó también su molestia porque el gobierno le va a dar dinero a los pobres y dice que en lugar de ello «hay que enseñarlos a trabajar».

Yo pregunto. A trabajar dónde? En empresas que evaden impuestos? Bajo la modalidad del outsourcing? Sin prestaciones sociales porque eso supuestamente afecta a la competitividad? Con sueldos miserables y jornadas extenuantes? La molestia es porque se les acaba la mano de obra barata?

Que no se malinterprete. No defiendo que la gente quiera navegar y cobrar sin trabajar. Sino que quiero contrastar el discurso de estos que respingan porque el gobierno apoya con 500 pesos a una señora de la tercera edad, pero no se molestan cuando se regalan millones a compañías, o se les condonan impuestos.

O que se empeñan en la  defensa de un faranoico aeropuerto que a largo plazo iba a costar mucho más que la cancelación, por los contratos leoninos otorgados durante el peñismo.

A estas marchas, además, ya las besó el diablo. En poco les ayudó la presencia del expresidente Vicente Fox, en Guanajuato y de ciertos políticos panistas en Querétaro. También anduvieron personajes que están interesados en fundar partidos o que evidentemente quieren sacar raja política. Hasta metieron pancartas contra el aborto, tema para el que no se convocó.

Todo esto desacredita al incipiente movimiento que busca exigir la renuncia del presidente López Obrador.

No obstante, lo que si hay que admitir es la falta de resultados del gobierno de la 4T en materia económica y de seguridad, que son los más sensibles para las familias mexicanas.

Si eso no mejora en algunas semanas o meses, entonces sí, el presidente y su equipo debería preocuparse  Porque entonces, podría ocurrir que este tipo de movimientos -aunque sean oportunistas- pudieran alcanzar a prender y empezaran a multiplicarse las voces de inconformidad.

El presidente sigue contando, por ahora, con un bono democrático. La pregunta es: hasta cuándo?