Por: Julio Ríos

Publicado originalmente en El Informador. 12 de abril de 2022

Para bien o para mal, la jornada del 10 de abril fue una lección  para la democracia mexicana, la cual debemos aprovechar para que la herramienta de Revocación de Mandato alcance su verdadero potencial.

Para mí lo importante es  un estreno de un instrumento que muchos mexicanos habíamos pedido por años. No se estrenó de la mejor manera, pero a futuro,  puede convertirse en una gran herramienta. La clave está en que los presidentes o presidentas sientan que se les puede revocar. En esta ocasión no funcionó porque López Obrador se sabía blindado por su popularidad, pero en el futuro podría haber malos gobernantes y la cuestión es que por fin existiría la posibilidad de quitarlos. Pero para que eso sea posible, se requieren varios ajustes que comentaré mas adelante.

Es decir, mi reflexión no está enfocada en el éxito o el fracaso de la jornada. De eso ya se ya hablado muchísimo. Conocemos de sobra de los pecados originales de este ejercicio, que debió ser convocado desde la ciudadanía y no desde el poder político y lamento también las prácticas de acarreo y clientelismo sacando tajada de padrones de programas sociales. Para Morena, podemos decir que los números  no son nada halagadores (por los votos perdidos respecto a 2018).

Tampoco tenemos un parámetro para decir  si 17 millones de votos fueron pocos o muchos, porque nunca se había realizado un ejercicio de Revocación de Mandato. Podemos compararlo con la Consulta Popular de 2021, a la que acudieron casi 7 millones o con la elección intermedia de 2021, participaron más de 48 millones, pero no son ejercicios de la misma naturaleza. Sería hablar de peras y manzanas.

Lo que si podemos decir, a manera de paréntesis, es que el lopezobradorismo mantuvo su histórico voto duro de 15 millones obtenidos en 2006, 2012 y la intermedia de 2021. En 2018 AMLO alcanzó 30 millones, pues supo atraer un sufragio volátil y fluctuante de cada elección. Hoy el morenismo está parado en su auténtica  y no tan grata realidad y el desafío de Claudia Sheinbaum o Marcelo Ebrard será crecer más allá de esos 15 millones de votos.

Retomo ahora mis puntos. La oposición y el lopezobradorismo están embriagados en la inmediatez. Los primeros desgañitándose para intentar convencer a la opinión pública de que el ejercicio fue un fracaso. Los segundos, pregonando a los cuatro vientos que fue un rotundo éxito. Creo que no es ni una cosa, ni la otra, porque insisto, no hay parangón para comprobar la supuesta proeza o el presunto fiasco.

Lo que yo quiero reivindicar, es la victoria de la democracia del domingo. Primero, porque estrenamos una herramienta de innovación democrática, con muchos vicios que erradicar, pero con un potencial maravilloso. El aprendizaje de este 10 de abril es invaluable para perfeccionarla de cara al futuro. Por eso no me pareció un ejercicio inútil.

Segundo, porque el Instituto Nacional Electoral cumplió con creces. Organizó un ejercicio de semejante magnitud, a pesar de los obstáculos presupuestales y las denostaciones recurrentes del presidente.

Lo ocurrido el 10 de abril nos deja varias lecciones, si es que pretendemos un mecanismo de Revocación de Mandato más afinado rumbo a 2027 o 2033.

Aquí enumero algunas propuestas derivadas de lo ocurrido el domingo y que pueden desarrollar el potencial de la herramienta:

  • Tenemos que mejorar los filtros para que esté ejercicio no pervierta su espíritu como ejercicio de control ciudadano. Que ya no venga desde el partido en el poder, sino que realmente provenga de la inconformidad de la población. E incluso, me sumo a la propuesta de varios académicos: que la Revocación de Mandato se realice cada tres años de forma institucionalizada, sin necesidad de firmas. Eso disminuiría sus costos y alentaría a la participación ciudadana y que además se extienda a gobernadores. Además, al sentirse revocables, los gobernantes estarían obligados a dar resultados.
  • Es absurdo que sea el poder el que convoque a la Revocación, pero también es absurdo que la oposición no haya participado. Por eso, una gran opción es que en la boleta no solo se vote por revocar o ratificar, sino por quién será la persona que eventualmente sustituya. Eso también alenta a la participación de los partidos adversarios y de la sociedad.
  • Para reducir costos, por supuesto que la Revocación de Mandato debe empalmarse con las elecciones intermedias. Esto además quitaría ambigüedades en la veda, que en este ejercicio del 2022 fue pisoteada , sobre todo por los funcionarios federales y los gobernadores de Morena.
  • Debemos pensar ya de una vez por todas en el uso de Tecnología, no solo para la Revocación de Mandato, sino para todos los procesos electorales. Las Urnas electrónicas o voto por internet, reducirían los altos costos económicos y que actualmente son obstáculos y factores de crítica para desalentar la democracia participativa. Desgraciadamente la desconfianza del mexicano es la que ha encarecido los procesos democráticos.

En resumen. Las herramientas maduran utilizándolas y siempre hay una primera vez. Si no aprovechamos esta experiencia para bien, entonces el ejercicio si habría sido un desperdicio. Pero si de lo ocurrido en esta jornada exigimos y procuramos las reformas legislativas, el potencial de la herramienta se incrementará.

Esta en nuestras manos, como ciudadanos, hacer propios este tipo de ejercicios. A prueba y error, aprovechando cada experiencia es como hemos ido ganando terreno en democracia en este país.