Julio Ríos

Aunque las elecciones del 2024 parecen aún lejanas, dos potenciales aspirantes a la Presidencia de la República ya se subieron al ring. El Gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro Ramírez y el Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell Ramírez.

Alfaro ha sido hábil para colocarse como una figura que trasciende lo local. Desde 2012 cobró notoriedad cuando quedó en segundo lugar en la carrera por la gubernatura de Jalisco, con un partido de la chiquillada: Movimiento Ciudadano, que apenas había cambiado su nombre, dejando atrás al ignominioso Convergencia, partido en el que llegó a militar el mismísimo Pancho “Cachondo”.

Ya en 2015, cuando ganó la alcaldía de Guadalajara, fue entrevistado por medios internacionales como El Pais y se consolidó como una de las figuras de mayor proyección de la política mexicana.

Sin embargo en 2018, aunque ganó la gubernatura de Jalisco comenzó su declive de popularidad en su propia tierra. El enfrentamiento con Andrés Manuel López Obrador, que en ese tiempo era imbatible rumbo a la presidencia de la República y a aparecer al lado del desprestigiado Ricardo Anaya no le generó los mejores bonos.

Desde entonces, Alfaro ha centrado su estrategia de posicionamiento en asumirse como el líder que tanto necesita una oposición huérfana. Ni en el PAN, ni en el hoy enclenque PRD, ni mucho menos en el PRI, existe una figura con la legitimidad moral y política que pueda hacer frente al gigante que sigue siendo Andrés Manuel López Obrador.

Primero alzó la voz contra el atentado al federalismo por la creación de los hoy desinflados superdelegados (batalla que terminó ganando al anular a Carlos Lomelí). Luego, por los presupuestos federales en los que a Jalisco no les ha ido bien y después por la creación del Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI). Y ahora, por la forma en que se ha manejado la crisis por la pandemia del COVID19.

La llegada del temible virus coincidió con un momento poco grato para Alfaro en las encuestas de popularidad y aceptación. Esto (voluntaria o involuntariamente, usted juzgue) le ha servido para buscar la reconciliación con sus ciudadanos y consolidar su proyección nacional.

Y es que durante los dos últimos años Alfaro no estuvo exento de controversias, como su aparición en primera fila en un partido de basquetbol de la NBA con un empresario que ganó el contrato del sexenio para alquilar maquinaria agrícola, conocido como “A Toda Máquina”.

Si bien, no todas las estrategias contra el Corona virus anunciadas por Enrique Alfaro pudieron concretarse (como la frustrada adquisición de pruebas rápidas ) y la petición para prohibir el aterrizaje de vuelos en el Aeropuerto Miguel Hidalgo), se puede decir que el Gobernador de Jalisco salió bien librado, gracias a la oportuna suspensión de clases escolares y al llamado a quedarse en casa para evitar el incremento de la curva de contagio.

Alfaro supo además leer el timing político. A tiempo, fumó la pipa de la paz con López Obrador. Entendió pronto que estaba enfrentándose a dos adversarios que lo rebasan en fuerza: una pandemia mundial y un presidente de la República. Alcanzó a capitalizar durante dos semanas para mejorar su imagen e izar las velas, justo a tiempo.

Sin embargo, la naturaleza de Enrique Alfaro no es la de un político “modosito”. No tardó en encontrar un nuevo adversario: el flamante Subsecretario Hugo López-Gatell, el hombre del momento en México.

 

El estilo de López Gatell, contrasta con el del presidente de la República. Mientras que López Obrador se ha mostrado desparpajado y hasta desafiante, al no acatar las medidas que recomiendan los especialistas, el maestro en Ciencias Médicas y doctor en Epidemiología ha sido un vocero articulado, que demuestra conocimiento profuso en la materia y que no se desespera ni ante las más inverosímiles preguntas de los periodistas que acuden a la conferencia de prensa vespertina. Es decir: transmite tranquilidad.

También tiene sus detractores, por supuesto, y su desempeño no ha estado exento de tropezones retóricos y de acusaciones de ocultamiento de cifras, además de quejas de médicos del sector salud que dicen estar en el abandono y sin insumos para enfrentar a un virus altamente infeccioso.

No obstante en la era de la posverdad, lo que para el grueso de la población termina pesando es la percepción y no precisamente los datos duros. Y esa percepción que ha dejado el funcionario federal ha sido, por ahora, mayormente positiva.

López-Gatell, es hoy por hoy, junto a Marcelo Ebrard, el activo político más valioso que tiene el proyecto de la Cuarta Transformación. El médico tiene todos los atributos que cualquier mercadólogo político desearía tener en su producto.

Es cierto que el doctor López-Gatell ha sido funcionario de carrera, y a pesar de su popularidad no pareciera que la política electoral fuera su proyecto. Pero en estas lides no hay nada escrito, y bien podría ser un excelente PLAN B, en caso que los panoramas se modifiquen. No sería la primera vez que viéramos un escenario de este tipo.

Es así como Alfaro y López-Gatell han chocado por el tema de las pruebas rápidas para detección del Coronavirus. El mandatario jalisciense exige –una vez más liderando a timoratos gobernadores que no se atreven a alzar la voz- que se libere su importación para realizarlas de forma masiva como en otros países. El epidemiólogo sostiene que no existe una prueba rápida que sea certera y que no están avaladas por organismos internacionales.

Enrique Alfaro se ha dirigido directamente, con nombre y apellido a López-Gatell. El subsecretario en cambio, solo en dos ocasiones se ha referido a él, en la primera, indirectamente, no lo aludió y en la segunda, apenas le dedicó doce segundos. No entró en confrontación.

Parece que en las circunstancias actuales, Enrique Alfaro está en desventaja –tanto en popularidad, como en lo político- con López-Gatell. No creo que sea una estrategia adecuada gastar las flechas contra un personaje que hoy por hoy, cuenta con una armadura de credibilidad y respaldo social y presidencial. Alguien cuya popularidad incluso ha trascendido lo político para aparecer hasta en las revistas de la farándula. Si sigue en esta aventura, no le irá bien al gobernador.

Si Alfaro quiere seguir capitalizando la situación políticamente, creo que podría bien dirigir sus misiles a un personaje, que está debilitado hoy por hoy, relegado por la misma Cuarta Transformación. Me refiero a Jorge Carlos Alcocer Varela, a la sazón Secretario de Salud, jefe de López-Gatell y quien ha sido un personaje grisáceo durante este capítulo del Coronavirus.

Esa estrategia, podría redituarle mejores bonos que enfrentarse contra el hombre del momento en México.

Lo cierto es que ambos personajes, potenciales presidenciables, ya están encima del tatami.

 

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