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La coalición entre Morena y el Partido Encuentro Social, junto con el Partido del Trabajo, rumbo a las elecciones del 2018, para abanderar a Andrés Manuel López Obrador como candidato en conjunto es una realidad. E incluso ya se realizó el acto de registro de AMLO con las siglas del partido cristiano.

Hay voces que expresan, que pareciera que al igual que con el Frente Ciudadano por México, se está juntando el agua y el aceite. Se critica el pragmatismo en su máxima expresión, al reunir a un partido de extrema derecha con Morena, partido de izquierda y el PT, que es de una orientación de izquierda aún más radical que Morena. Elena Poniatowska, así lo dejó en claro, al manifestarse en contra de esta extraña alianza.

Lo que suena en los corillos políticos, es que Miguel Ángel Osorio Chong, a quien muchos señalan como quien está detrás del partido Encuentro Social, pareciera dispuesto a emprender una revancha política, luego de haber sido desplazado de la candidatura presidencial del PRI. Y qué mejor que apuntalando al principal adversario del tricolor.

Pero vayamos por partes. Primero en lo ideológico, aunque parezca irónico, ambos no están tan distantes, en lo que se refiere a temas como el matrimonio entre parejas del mismo sexo y la interrupción legal del embarazo. Es conocido que Andrés Manuel López Obrador tiene convicciones religiosas profundas.

Bautizó a Morena con ese nombre, por la Virgen de Guadalupe. Y curiosamente, fue el 12 de diciembre cuando se registró por tercera ocasión como candidato presidencial. Todas esas señales no son casualidad.

López Obrador no apoyó la agenda liberal en cuestiones de aborto y diversidad sexual durante su periodo como Jefe de Gobierno de la Ciudad de México. Quien lo hizo fue su sucesor, Marcelo Ebrard. Y en las campañas, el tabasqueño ha sido esquivo a tocar con claridad esos temas.

Además, recordemos que no es la primera vez que partidos cuya ideología se sustenta en una moralidad religiosa y conservadora se unen para postular a un candidato de izquierda. Ya lo hicieron partidos de corte sinarquista, como el desaparecido Partido Alianza Social (PAS), heredero directo del Partido Demócrata Mexicano (PDM), que en el 2000 apoyaron la postulación de Cuauhtémoc Cárdenas, al integrar la Alianza por México.

Entonces, aunque luzca algo forzado, estos partidos en lo ideológico parecen no estar tan distantes, al menos en esas banderas.

¿Y sobre el pragmatismo? ¿Unir al agua y el aceite? “No es ultraderecha el PES, con el que nos aliamos”, así respondió AMLO al respecto.

Desde luego que hay pragmatismo. Y no debería haber empacho en aceptarlo. Y menos cuando se viene una contienda muy cerrada. Encuentro Social cuenta con fuerza en enclaves como Baja California o Chiapas, donde las religiones evangélicas tienen mayor presencia. Ese 1 o 2 % que Encuentro Social le aporte, podría ser clave para poder llevarse el triunfo electoral en un escenario ajustado.

Por supuesto que lo más lógico habría sido sumar al PRD y a Movimiento Ciudadano. Pero no ocurrió. Así que lo que se pueda rescatar, es ganancia.

Es en medio de todo esto, que muchos analistas arguyen -entre ellos Jorge Castañeda- que así como en su tiempo un resentido Manuel Bartlett, que se quedó a la orilla en su intención de ser candidato presidencial, no intervino para impedir que el PARM y el PPS se unieran al frente que postuló a Cuauhtémoc Cárdenas, ahora podría estar pasando algo similar.

También hay que decir, que AMLO en su discurso de registro como pre-candidato del PES ante sus militantes dejo en claro que habrá respeto a libertades y a los derechos humanos, y que respalda políticas de no discriminación, además del respeto a creyentes y no creyentes, confirmando su convicción juarista.

La cuestión es, ver si el PES no le resta votos a AMLO y que por tratar de crecer más allá del voto duro, el tabasqueño no termine perdiendo algo de lo ganado.

Pero eso, señoras y señores, se sabrá al tiempo.