Julio Ríos
La vieja cantaleta: Estados que dicen ser ricos, reprochan que están hartos de –supuestamente- mantener a los Estados pobres de la República. El tema volvió a salir a la palestra en plena contingencia del Corona Virus y ante las críticas de una desteñida oposición, quienes están en contra de que el presidente López Obrador destine recursos a lo que ellos llaman “proyectos faraónicos” como el Tren Maya o Refinería Dos Bocas, cuando la urgencia –gritan- es la salud por el temible Corona Virus COVID9.
Algunos gobernadores como Jaime Rodríguez “El Bronco” exigen incluso que Nuevo León se salga del Pacto Fiscal. Para decirlo llanamente: que la entidad cobre los impuestos que ahora son federales pero no los envíe a la Federación, sino que el Estado de forma autónoma los destine a lo que considere mejor, en este caso, según él, a la salud.
Enrique Alfaro Ramírez, gobernador de Jalisco, también hizo lo propio. Luego de que empresarios de la entidad llamaron a la realización de una nueva Convención Nacional Hacendaria en la que se replanteen las reglas del juego de cómo se distribuyen los recursos, señaló que él está de acuerdo en replantear el Pacto Fiscal, harto de los abusos de la federación. *”Ya estuvo bueno del maltrato que se nos da, que estamos produciendo riqueza, trabajo y oportunidades para la gente”*, dijo.
A la postura de Alfaro se sumaron los otros tres gobernadores de los estados “más prósperos” de México (Coahuila, Tamaulipas y Nuevo León) puso de nuevo el tema en la mesa: ¿Se debe replantear el Pacto Fiscal Federal en México?
*¿Cómo funciona actualmente el Pacto Fiscal?* Vamos a explicarlo de forma sencilla: actualmente los mexicanos pagamos impuestos federales (IVA, ISR, IEPS), estatales (ISN, o tenencia donde aún existe) y municipales (Predial y licencias de operación, etcétera).
De la recaudación total del país, los impuestos federales son el 97 %, los estatales son el 2 % y el 1 % son municipales. Lo que se cobra en las entidades ahí se queda y lo que se cobra en el municipio, también.
Pero todo el dinero de los impuestos federales se va a algo que se llama Fondo General de Participaciones. De ese dinero, el 80 % se queda para proyectos federales, el 16 % regresa a los Estados y el 4 % a los municipios.
Esto ha ocurrido siempre. No es cosa de López Obrador, sino que históricamente, con el PRI y el PAN, los impuestos se han repartido de esa forma: la mayor parte para la federación. Lo cual como veremos más adelante se debe replantear, por supuesto. Pero no como dicen los gobernadores.
Si vemos la ecuación, al regresar el 16 % de lo recaudado a los estados podríamos pensar que las entidades terminan ganando. Pero no en todos los casos es así, pues hay entidades como Jalisco o Nuevo León, donde solo regresan 35 y 17 centavos por cada peso recaudado, respectivamente. En cambio otras entidades como Oaxaca reciben 12 pesos más por cada peso aportado o Chiapas, 16 pesos más por cada peso recaudado.
Esto se debe a que en 2007 se adecuaron las fórmulas para que las entidades con mayores índices de pobreza y que tengan más población, reciban más dinero de participaciones federales. De ahí es de donde se agarran los gobernadores de estados “ricos” para quejarse de “estar manteniendo” a los pobres. Dicen que es un castigo a la productividad.
Desde que tengo uso de razón, con cierto enfoque clasista y racista, he escuchado a personas en Jalisco quejarse de que supuestamente mantienen con sus impuestos a los habitantes de la Ciudad de México (aunque no tomamos en cuenta que en la capital del país se recauda más porque ahí están las sedes de los grandes corporativos).
También he escuchado a quienes se quejan porque supuestamente también mantienen a los del sureste, como por ejemplo, Chiapas o Tabasco (donde se extrae mucho petróleo para vender barriles, que durante años generaron excedentes de los cuáles, por cierto, los estados “ricos” jamás se quejaron).
Los impuestos tienen una misión de redistribución de la riqueza. Sé que a muchos les asusta que alguien diga esto con crudeza, porque les huele a socialismo. Pero es verdad lisa y llana.
La distorsión, para mi gusto, no radica en que se les otorguen mayores recursos a los estados “pobres”, sino en viejos vicios de los políticos mexicanos, donde también tienen mucho que ver los gobernadores, que por supuesto tampoco son Monjas Clarisas.
Por ejemplo, los gobernadores no han querido aumentar su recaudación. Un botón de muestra: se niegan a cobrar la tenencia para no echarse encima a los electores, a pesar de que en esos estados que se dicen “ricos” hay gente con automóviles más caros y lujosos, que por lo tanto pagarían más. Un impuesto como la tenencia, es el más justo, porque cobra a los ricos, pero por supuesto que a nadie agrada y por eso mejor lo evitan.
Otro ejemplo: hay gobernadores que al darse cuenta de que la fórmula beneficia a los estados con mayores índices de marginación social, prefieren dejar las cosas como están, para que les sigan llegando mayores participaciones. Así de perversos los ha habido.
Tampoco los gobernadores han querido crear nuevos impuestos. Por ejemplo hay países donde existe IVA Estatal. Impensable que alguna entidad en México haga algo así. ¿Por qué? Adivinó usted que nos lee: porque pierden electores.
No quiero que se malinterprete lo que estoy diciendo. No estoy proponiendo nuevos impuestos. Lo que comento es que los gobernadores históricamente no han querido asumir el costo político de ser creativos y buscar nuevas formas de recaudar.
Para ellos ha sido más fácil que sea el Gobierno Federal al que la gente le siga echando toda la culpa de lo elevado que son nuestros impuestos (que si los comparamos con otros países tampoco son tan pesados como muchos pregonan).
El Gobierno Federal, por supuesto que también tiene muchos vicios. Aún cuenta con herramientas discrecionales para repartir recursos federales a los estados. Además, la recaudación sigue siendo implacable con la clase media, mientras los grandes corporativos siguen esquivando los pagos.
Claro que se pueden hacer muchas cosas con el Pacto Federal y replantear las reglas del juego. ¿Qué tal si para equilibrar la balanza, el Gobierno de la República se queda solo con el 14 % del IVA y el 2 % se lo deja a las entidades? Ese simple ajuste haría maravillas.
¿Tiempo de discutir de nuevo el pacto fiscal? Por supuesto que sí.
Pero eso debe significar una redistribución de responsabilidades recaudatorias. Para que los gobernadores, como dice el dicho, “también se mojen” y no sigan solamente estirando la mano sin querer asumir costos políticos.
Vamos entrándole todos, a ver si es cierto.
*Colofón:*
Muchos han aprovechado esta coyuntura para satanizar los programas sociales. Bien podría dedicar otro artículo al tema. Ustedes piden.
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